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Europa 25/06/2025

EU: La agricultura europea se enfrenta a una crisis inminente debido a la eliminación de fitosanitarios esenciales

El campo europeo se encuentra ante un reto mayúsculo que amenaza su viabilidad a medio plazo: la creciente escasez de productos fitosanitarios efectivos que permitan a los agricultores proteger sus cultivos de enfermedades y plagas.

La organización europea Copa-Cogeca —que representa a agricultores y cooperativas agrarias de toda la Unión Europea— advierte que, si la Comisión Europea no actúa de inmediato para reformar el sistema de autorización y garantizar alternativas eficaces, muchos sectores productivos podrían desaparecer en los próximos años.

Desde hace más de una década, los testimonios recogidos en el seno del Copa-Cogeca por parte de representantes de distintos países ponen de relieve una tendencia inquietante: el abandono progresivo de cultivos enteros debido a la falta de herramientas para hacer frente a las amenazas sanitarias. Esta situación, que rara vez trasciende a los medios de comunicación generalistas, está generando una profunda frustración entre los agricultores, que se ven cada vez más indefensos frente a los desafíos de su actividad.

Una de las cifras más reveladoras de esta crisis fitosanitaria es la evolución del número de ingredientes activos autorizados para su uso en la UE. En el año 2001 había unos 900 ingredientes activos disponibles. Hoy, esa cifra se ha reducido a menos de 470, y sigue disminuyendo. Desde junio de 2019 se han eliminado 85 sustancias activas, y en ningún caso se han ofrecido alternativas convencionales con la misma eficacia y alcance.

Lejos de ralentizarse, el proceso se acelera. Las autoridades europeas, bajo presión política y mediática, han endurecido notablemente el sistema de aprobación de productos fitosanitarios desde la implantación del Reglamento (CE) nº 1107/2009. Este marco, que se aprobó con el objetivo de garantizar un uso más seguro y sostenible de los plaguicidas, ha derivado en un sistema extremadamente rígido, donde las autorizaciones y reautorizaciones se demoran y donde el peso del principio de precaución a menudo se impone sobre el criterio técnico y científico.

Sin soluciones fitosanitarias

Los efectos ya se están notando con crudeza. El caso de la remolacha azucarera y la colza es paradigmático: sin soluciones fitosanitarias adecuadas, ambas podrían experimentar pérdidas del 50 % de la cosecha. En sectores aún más especializados, como los viveros, las pérdidas estimadas ascienden al 80 %.

Y no se trata de excepciones, sino de una tendencia que se generaliza. “Lo que antes era puntual, ahora empieza a ser la norma”, advierten desde Copa-Cogeca. Si no se toman medidas, Europa podría quedarse sin producción propia de muchos cultivos estratégicos, como ha ocurrido ya con algunos frutales en zonas afectadas por enfermedades sin tratamiento autorizado.

Un ejemplo especialmente simbólico es el de la patata. Esta hortaliza, esencial en la dieta europea, se ve amenazada por el tizón tardío, una enfermedad provocada por el hongo Phytophthora infestans. Se trata del mismo patógeno responsable de la Gran Hambruna irlandesa del siglo XIX, que aún hoy causa pérdidas devastadoras si no se controla. El número de herramientas disponibles para combatirlo ha disminuido drásticamente en los últimos años, y de no actuar, el rendimiento podría caer hasta un 50 %, con serias consecuencias para la seguridad alimentaria.

A esta situación se suma un problema estructural que los agricultores llevan años denunciando: la falta de reciprocidad en las normas de importación. Mientras los productores europeos tienen que cumplir con una regulación cada vez más restrictiva, los alimentos importados no están sujetos a las mismas exigencias.

Esto provoca una desigualdad flagrante en el mercado y una situación de competencia desleal. “Si seguimos prohibiendo sustancias sin ofrecer alternativas viables, y al mismo tiempo permitimos que entren en el mercado productos de países que sí las utilizan, estamos condenando a nuestros agricultores”, subrayan desde Copa-Cogeca.

Esta incoherencia también mina la confianza en el proyecto europeo. Muchos agricultores sienten que Bruselas legisla de espaldas al campo, y que las decisiones políticas no responden a criterios técnicos, sino a presiones ideológicas o mediáticas.

Frente a esta situación, Copa-Cogeca, junto con el Grupo de Trabajo de Sanidad Vegetal, propone cuatro principios clave para evitar un colapso mayor y sentar las bases de un modelo más equilibrado y sostenible:

Revisión del sistema de autorización: Urge revisar el proceso actual de reautorización de fitosanitarios para recuperar un enfoque basado en el equilibrio entre beneficio y riesgo. Muchas sustancias se están retirando sin una base científica sólida o por decisiones administrativas que no consideran el impacto agronómico real.

Impulso a las soluciones alternativas: Es necesario acelerar la autorización y disponibilidad de productos de biocontrol, así como las nuevas técnicas genómicas que podrían ofrecer respuestas sostenibles a los retos sanitarios del campo. Esto requiere más inversión en I+D y menos trabas burocráticas.

Períodos de transición realistas: La innovación no se impone por decreto. Se necesita tiempo para investigar, aprobar, producir y distribuir nuevas soluciones. Por ello, deben establecerse acuerdos de transición que eviten periodos sin protección efectiva de cultivos.

Aplicación estricta de la reciprocidad comercial: Si en Europa se prohíben ciertas prácticas, no se puede permitir la entrada de productos extranjeros que no cumplan con esas mismas normas. La UE debe garantizar la coherencia normativa en su política comercial.

Aunque la situación es crítica, Copa-Cogeca valora positivamente que la Comisión Europea parece empezar a tomar conciencia del problema. La Visión para el Futuro de la Agricultura, presentada recientemente, recoge principios esperanzadores como el de “no a la prohibición sin alternativas”.

No obstante, la organización advierte que estas intenciones deben traducirse en medidas concretas y urgentes, algo que esperan ver reflejado en el paquete de simplificación anunciado para el otoño de 2025. De no ser así, los agricultores seguirán sin herramientas para afrontar los desafíos que enfrentan a diario.

Europa se encuentra en una encrucijada. El continente se juega en los próximos meses no solo el futuro de su agricultura, sino también su autosuficiencia alimentaria, su tejido rural y su sostenibilidad ambiental. Entre el inmovilismo de un statu quo asfixiante y un ecologismo dogmático que no escucha al campo, hay un camino razonable, que pasa por el diálogo con los agricultores, la ciencia y la realidad del terreno.

“El tiempo se agota”, concluyen desde Copa-Cogeca. “O actuamos ahora, o muy pronto no quedará nadie en Europa para producir nuestros alimentos”.

Fuente: agronewscastillayleon.com


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