Argentina (Mendoza): Con escasa rentabilidad, productores de cebolla encienden el alerta por su situación
Pequeños y medianos productores como así también representantes de entidades que los nuclean, aseguran que la hortaliza atraviesa un momento por demás complejo. Advierten sobre el riesgo que representa la retracción del sector.

Malvina Luera, representante de la Asociación de Pequeños Productores de Cuyo (entidad que reúne a horticultores de Maipú y la zona Este), destacó que al consultar con productores del sector, se ha notado que por ejemplo, en 2023 “la cebolla de Mendoza no valió nada”. Ese mismo panorama, aclaró, es el que se está viviendo en esta oportunidad. De hecho, ejemplificó que a los productores se les paga un valor estimativo de entre 500 y mil pesos la bolsa de 20 kilogramos. Al hacer un paralelo por el precio final que se exhibe en las verdulerías, la problemática queda de relieve ya que hoy es posible comprar en el comercio de barrio, un kilogramo de cebolla de alta calidad por 600 pesos.
“Un chasis de un camión con acoplado, ronda el millón o millón y medio de pesos para trabajar sobre una hectárea”, destacó la titular de le asociación de productores y puntualizó que la mano de obra también se lleva una parte importante de la inversión general. “Los precios siguen siendo un factor muy decisivo a la hora de cosechar y que condice con el precio final; los gastos son muy superiores al precio al que se está vendiendo”, alertó Luera y remarcó que una bolsa de uria (fertilizante) cuesta entre 30 mil y 40 mil pesos, mientras que el resto de los insumos y servicios siguen aumentando su valor mientras que el precio de la hortaliza “sigue siendo el mismo”.
Menos hectáreas cultivadas
El hecho de que en el sector hortícola de Mendoza atraviese una situación, cuando menos, compleja, genera un panorama de retroceso desde el punto de vista productivo hacia temporadas próximas. Es que desde el punto de vista de Luera, en general, lo que se está haciendo es que se siembre menos cantidad de hectáreas; situación que afecta en mayor grado a los productores pequeños, quienes cuentan con menos capacidad de hacer frente a los altos costos y pérdidas potenciales que se vayan produciendo como consecuencia de los vaivenes económicos, la variación del dólar y la baja en el consumo general.
En ese sentido, Luera analizó que aquellos productores que alquilaban o que pudieron llevar a medias su plantación, ahora el hecho de el no sacar rédito, ha provocado que muchos hoy vuelvan a ser porcentajeros o deban ocupar un rol que se limita al trabajo rural mínimo. El impacto de esa problemática en los eslabones siguientes de la cadena productiva (intermediarios, comerciantes de ferias, verdulerías y consumidor final) también se hace sentir, destacó Luera, con precios finales que tampoco terminan beneficiando del todo al consumidor y por lo tanto, frenan el consumo.
En el caso de la cebolla valenciana, la siembra es en el mes de mayo y la cosecha es hacia los meses de octubre y noviembre. “Venimos de un año particularmente difícil en el que la cebolla no se vendió nada. Nosotros lo podemos dividir en tres cuadros, de los cuales en solamente uno, se sacó la cebolla; el resto no se logró vender”, dijo Luera al explicar la situación vivida en 2024 y que no fue muy diferente a la de 2023. Desde ese año hasta el actual, el precio para la venta no tuvo incrementos, alertó.
Así, el problema de fondo, indicó Luera, es que en definitiva, “no se está teniendo en cuenta la producción local o la producción nacional”; esto debido a que esa situación de retracción genera que los productores no vendan, que los productores se vayan y que dejen de producir en Mendoza para buscar otras alternativas. Desde su visión inclusive, la cebolla mendocina no está exenta de la exclusión general que genera la política de importación. Por eso, una de los desafíos a resolver en el corto plazo -indicó Luera- es el que tiene que ver con la existencia de un registro que contemple a los distintos sectores y sus particularidades. Todo ello, aclaró, debe ser tenido en cuenta a la hora de evaluar los costos y beneficios que esa problemática representa para la productividad general de la provincia. También planteó la necesidad de incrementar los valores del seguro agrícola, de manera de permitir a los pequeños productores hacer frente a las inclemencias climáticas de una manera más holgada. Otro aspecto destacado por Luera es el relativo a la importancia de establecer precios mínimos para el sector.
Desde el punto de vista de Omar Carrasco, presidente de la Asociación Frutihortícola de Mendoza, el análisis es algo más positivo, ya que en su caso, quienes integran la entidad está conformado por las instancias medias de la cadena de producción. En ese sentido, consideró que la temporada de cebolla ha sido “medianamente buena”, lo cual ha llevado al mantenimiento de precios bajos.
“Al haber un buen volumen de producción, los precios se mantienen bajos y esa situación es similar a la del año pasado”, destacó Carrasco quien conforma un eslabón intermedio en la cadena de compra, distribución y venta de frutas y verduras. Destacó además que así como la papa y la cebolla se han mantenido con precios bajos, en momentos en que ha habido inclemencias climáticas éstos han aumentado. “Eso se debe a que el sector no podía sacar la producción por los temporales y empezó a faltar mercadería en los mercados; eso provocó que subieran los precios. Pero después se estableció, y ya hace tiempo que los precios están bastante bajos”, dijo el presidente de la Asociación Fruthortícola de Mendoza.
Al hacer un balance general de la situación del sector, Carrasco indicó que es necesario que se genere un registro de la matriz productiva del sector frutihortícola de Mendoza, de manera de saber a ciencia cierta “cuántas se consumen en la provincia y cuánto se exporta". Esa herramienta, indicó Carrasco, se postula como una posibilidad clave para poder establecer un equilibrio entre el comprador final y el productor. Si se llegara a esa instancia, destacó Carrasco, el saldo podría ser muy positivo para todo el sector dedicado a la producción de frutas y verduras.
Poco ingreso al mercado externo
Para los productores de cebolla pequeños y medianos la realidad muestra un panorama complejo. De hecho, para aquellos que han apostado a generar un volumen aceptable de producción, el desafío asumido ha sido mucho mayor que los buenos resultados. Cristian Puebla, productor de ajo y cebolla, contó que su experiencia en este primer ciclo en el que plantó la hortaliza en su campo, no fue la esperada. “Este ha sido mi primer año de cebolla y realmente ha sido muy malo”, aseguró.
En su caso, la apuesta es por la producción de cebolla dulce con destino de exportación. Pero esa instancia no fue posible. “No se logró porque en España y Estados Unidos ingresó mucha cebolla del Perú, que es el principal proveedor de ambos países, donde prevalecieron costos muchos más bajos que los nuestros en flete marítimos y de logística”, explicó Puebla y detalló que cuando tomó la decisión de insertar su producción en el mercado interno, se encontró con que había una gran cantidad de cebolla que había sido importada desde Brasil, como consecuencia de la liberación a las importaciones impulsada por el Gobierno Nacional.
En consecuencia, destacó el productor mendocino, no fue posible comercializar la producción. En su caso, aclaró además que uno de los problemas frecuentes que se le ha planteado tiene que ver con las cargas sociales para contratar al personal. “Considero que la situación es muy compleja para las empresas como la mía que están en regla con el tema del personal. Pero para aquellos que están en lo informal puede ser de otra manera ya que no tienen las mismas cargas sociales. En definitiva nos sucede que por tener todo el reglamento en orden nos fundimos, mientras que los que no aportan nada, siguen sin problemas”, dijo el productor que cuenta con un solo campo en el departamento de San Martín.
Pérdidas totales
En el caso de Martín Calafiore, su producción de 15 hectáreas procede de la localidad Los Álamos en Beltrán. Desde su visión, la situación ha sido la similar a la del resto de los productores medianos y pequeños de cebolla. “Hemos tenido un muy volumen de cosecha pero muy bajos los precios”, explicó y evaluó que se ha llegado a vender, inclusive, una bolsa de 20 kilos de cebolla por 700 pesos. Por eso justamente, considera que en la actualidad existe un desfasaje muy grande entre productor y el consumidor final de al menos diez veces. A ello se suma, que por ejemplo a fines de junio se afronta el período de siembra de la cebolla, pero recién entre enero y febrero se pueden evaluar las ganancias logradas.
“Si tenemos inclemencias climáticas, como por ejemplo un granizo muy fuerte, como ha pasado, perdemos la producción” añadió Calafiore y consideró que desde el punto de vista de las ganancias, ha sido un año de pérdidas totales, sobre todo, teniendo en cuenta la baja del dólar. Tal como lo expresaron los productores del rubro, los costos han sido muy elevados y en muchos casos se elevaron al doble, generando así una situación de pérdida. “En materia de repuestos e insumos todos los precios al doble. El mercado interno está deprimido, no hay venta. El año pasado la situación fue mejor porque el mercado brasilero consume nuestra cebolla. Este no es el caso”, evaluó Calafiore y describió que la realidad de Mendoza es que con pocas hectáreas de cebolla cultivada es posible cubrir la demanda del mercado argentino. “El año pasado tuvimos otra coyuntura, pero este año ha sido un desastre. Estamos en una situación muy crítica desde el punto de vista de los costos; ojalá que en el corto plazo sea posible arribar hacia una estabilidad que nos permita salir adelante”, expresó el productor.
Fuente: losandes.com.ar