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Europa 05/05/2025

España (Castilla y León): La patata extranjera inunda los lineales en la principal comunidad productora del país

La escasez de patata nacional propicia la importación masiva del tubérculo

Castilla y León revalidó holgadamente en la pasada campaña su título de principal productora de patata de España, con más de 17.000 hectáreas plantadas de las cerca de 70.0000 del conjunto nacional. Mientras la extensión bajó en España un 1,9%, en Castilla y León no solo no bajó, sino que subió por encima del 2%. De los casi dos millones de toneladas producidas en el conjunto del país, unas 790.000 fueron ‘made in’ Castilla y León, el 40% del total.

En este marco, es sorprendente que las patatas producidas en otros países «inunden» los lineales de los supermercados de la Comunidad, tal y como denuncian las Organizaciones Profesionales Agrarias (Opas). Se trata de un comportamiento del mercado que podría considerarse normal en esta época del año y en las condiciones actuales, en las que la falta de producción nacional hacen que el tubérculo escasee.

La preocupación del sector, como siempre, es que esa patata importada, en primer lugar, cumpla todas las condiciones que se le exigen al productor español, para que no se convierta en una competencia desleal y, segundo, que en cuanto se arranque la patata autóctona los países de los que ahora se importa no se hagan con un nicho de mercado que excluya a los productores españoles. De hecho en estos días, cuando empieza a salir la patata nueva española, el asunto comienza a preocupar a los profesionales del campo, aunque por ahora en otras regiones más al sur de Castilla y León.

Con esos mimbres, las Opas han salido estos últimos días a la palestra para denunciar su preocupación por la abundancia de patata exótica en los lineales de alimentación. El presidente de Asaja Castilla y León, Donaciano Dujo, apunta, en respuesta a este periódico, que en este momento «lo cierto es que la producción nacional es escasa, no hay campaña de arranque de patatas en todo el estado español», sino solo un inicio por la parte sur. «En ese contexto, lo mismo que nosotros exportamos todo el tipo de productos a otros países y somos la séptima potencia mundial en exportación, pues también tenemos que tener en cuenta el libre mercado de estos productos», advierte Dujo.

«Siempre, eso sí, que se cumplan las condiciones de producción y sanitarias que nos obligan a nosotros a tener. En esa cuestión, cuando no lo hay aquí hay que traerlo de fuera». «El tema es que cumplan las condiciones sanitarias y de producción que aquí se nos exige y que cuando lo haya aquí se priorice al máximo la producción nacional», concluye.

El coordinador de Unión de Campesinos de Castilla y León, Jesús Manuel González Palacín, apunta que en Castilla y León la patata está todavía en pleno proceso de siembra, y que las primeras empezarán a nacer «dentro de poco». «Sí, aquí para empezar a arrancar queda mucho tiempo», observa. «Somos un país deficitario en patatas, necesitamos importar para cubrir nuestro mercado sobre todo durante estos meses que empieza la primera patata a arrancarse en las zonas más centrales de Andalucía y una parte de Levante».

«Es verdad que necesitamos esas patatas, pero lo que sí que pedimos es que, primero, vengan con las condiciones fitosanitarias que nos exigen a nosotros y, segundo, que entren en la cantidad que necesitamos para que nuestro producto no tenga una competencia desleal. Esas patatas tienen un reglamento totalmente diferente al nuestro», detalla Palacín.

«Son patatas de peor calidad, porque si haces un análisis fitosanitario o un análisis de residuos, pues no cumpliría la normativa europea», remarca el coordinador de UCCL. «Por lo tanto, que la gente las identifique bien, que sepa que son patatas de diferente calidad. Pero aun así, hay que reconocer que si no conseguimos abastecer el mercado, tiene que entrar para no desabastecerle. Pero, insisto, habría que hacer un esfuerzo muy grande en diferenciar esa patata y la gente, cuando las compra y se las lleva a casa, que sepa que no cumple la normativa fitosanitaria de la Unión Europea, que tiene residuos que aquí están prohibidos».

De Egipto

«Son patatas que vienen de Egipto y de Israel y, desde luego, no cumplen la normativa europea ni los reglamentos aquí». Por ahora, la llegada de ese tubérculo no perjudica a los productores de Castilla y León, pues «aquí el daño más fuerte que nos puede hacer es cuando empezamos a sacar aquí, en junio o julio, más bien mediados de julio», explica Palacín. «Y hay que estar muy vigilantes para que la patata que venga de fuera, primero esté perfectamente identificada y, segundo, hacer una campaña muy fuerte de promoción, para que el consumidor sea capaz de distinguir la patata que está producida aquí, bajo unos parámetros de calidad muy importantes y muy estrictos, y la patata que viene de fuera, que no cumple la normativa europea y que, es verdad, puede venir incluso más bonita y más blanca y más apetecible visualmente, pero que, desde luego, tiene unos residuos que aquí estarían prohibidos».

En cuanto a las previsiones de la campaña y el comportamiento de los precios, el coordinador de UCCL apunta que ahora mismo «la patata nueva que está en el supermercado, son los precios aceptables. Al agricultor, evidentemente, como siempre, le pagan bastante menos, pero todavía no es determinante el precio que vemos en los lineales. Va a depender mucho de cómo acabe la patata en Andalucía, Castilla de la Mancha, Valencia, Cartagena, Extremadura, y empecemos a sacar a nosotros».

«Si la campaña arranca limpia y el mercado es capaz de asumir toda la patata que se va arrancando, si en Castilla y León empezamos a arrancar sin competencia de otras compañías autónomas y si somos capaces de escalonar el arranque, no debería haber ningún problema este año», señala el dirigente de la Opa. «Como no sea así, puede haber problemas. Por lo tanto, organizar el arranque este año va a ser determinante para que el precio se mantenga o se desplome».

La primera en denunciar la situación a finales de abril fue la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag), organización agraria que se ha quejado de que mientras la patata nueva española «empieza a salir del campo con toda su frescura y calidad», las grandes cadenas de distribución «siguen inundando los lineales con patatas importadas de Israel y Egipto (más de 80.000 toneladas en 2024)». Se trata de «una estrategia calculada para retrasar la compra del producto nacional, saturar el mercado y forzar a la baja los precios en origen», aseguran desde la Opa. En ese primer momento, se refiere la entidad, sobre todo, a los lineales de la parte sur de España.

«El resultado es que el consumidor se ve obligado a hacer la típica tortilla de patata con materia prima de Oriente Medio, mientras la producción autóctona de calidad está en las sacas. No es razonable encontrar en una superficie comercial del Campo de Cartagena, con 10.000 hectáreas sembradas, patatas ‘Origen Israel’», lamentó la pasada semana el responsable de patata de Coag, Alberto Duque.

La preocupación comienza en las comunidades del sur de España, pero según vayan pasando las semanas la misma inquietud se irá desplazando hacia el norte. Gran parte de los productores de patata de Castilla y León no han tenido aún ni la oportunidad de sembrar el tubérculo, debido a que las abundantes lluvias han inundado los campos de cultivo y han imposibilitado la entrada. Pero según vaya llegando la fecha de la arrancada, con más desconfianza se irán mirando las patatas del extranjero.

Oferta suficiente

Desde las principales zonas productoras que están arrancando en este momento patata nueva nacional, (Sevilla, Málaga y Campo de Cartagena,) se confirma, según informes de Coag, que en estos momentos la oferta ya es suficiente para abastecer de forma estable la demanda de las principales cadenas de distribución.

«No entendemos que se arrincone a la patata autóctona en los lineales, con sello de calidad y estándares UE, frente a las importaciones de terceros países. Además, a todo ello se une la presencia generalizada de patatas de conservación de Francia, que llevan recogidas desde noviembre y ya han perdido gran parte de sus cualidades organolépticas tras su almacenamiento en cámaras frigoríficas.

Pedimos a los consumidores que se fijen en el etiquetado y exijan a los supermercados patata nueva de aquí. Es garantía de frescura, seguridad alimentaria y desarrollo económico y social de nuestros pueblos», subraya Vicente Carrión, presidente de Coag Campo de Cartagena.

Coag advierte que esta estrategia «pone en peligro 4,2 millones de jornales en el medio rural, al tiempo que lanza a la atmósfera 3.376 toneladas adicionales de dióxido de carbono por el transporte internacional, el equivalente a las emisiones de 10.683 vuelos ida y vuelta por persona de la ruta Madrid-París».

La organización ha trasladado esta problemática al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa) y a las consejerías del Agricultura de las comunidades autónomas más afectadas, al tiempo que reclama a los jefes de compra de las principales cadenas de distribución «una apuesta sin fisuras por la producción nacional».

Por su parte, la Unión de Pequeños Agricultores (Upa) de Castilla y León alerta sobre la situación que se pueden encontrar los productores de patata de la Comunidad, que comprueban cómo las cadenas de distribución españolas «están importando masivamente producto de Israel, Egipto y Francia cuando la patata de Murcia y Andalucía están disponibles a partir de ahora, que son las regiones que abren campaña en nuestro país».

Incremento

La organización apunta a «una situación que puede afectar también al cultivo en Castilla y León, más tardía, cuya superficie esta campaña además puede incrementarse en torno a 2.000 hectáreas en detrimento de cultivos como el maíz y la remolacha, llegando previsiblemente a una superficie total que rondaría las 20.000 hectáreas». Upa Castilla y León pone de manifiesto que en la Comunidad «mayoritariamente se está sembrando con retraso en estas fechas debido a los grandes volúmenes de precipitaciones caídas en las últimas semanas».

En una campaña como esta, con problemas de climatología y por lo tanto de rendimientos, los precios a los cultivadores en España «tienen que ser buenos, por lo que maniobras interesadas de terceros por importar grandísimas cantidades de patata foránea cuando la recolección masiva de la patata andaluza está a punto de producirse, es absolutamente interesada y muy perjudicial para nuestro cultivo», añade Upa.

«Castilla y León es una de las regiones más productoras, y lo que ocurre en Andalucía es un termómetro de lo que puede pasar en nuestra región en próximos meses, por lo que alertamos de la situación y denunciamos que determinados eslabones de la cadena agroalimentaria pretendan enriquecerse a costa del sector productor», explica.

Por todo ello, Upa Castilla y León ha hecho un llamamiento «a la responsabilidad de la cadena de distribución española, y también a los consumidores de nuestro país». La organización asegura que la patata española y por lo tanto la de Castilla y León, «es la mejor, con una calidad contrastada y que además genera un valor añadido a la economía rural, por lo que tiene que ocupar un absoluto protagonismo en los lineales de los grandes supermercados».

La organización señala que cualquier maniobra «con interés de provocar y forzar a la baja los precios en origen de la patata española» debería ser «no solo reprobado por parte de las administraciones públicas, sino investigado». Por ello, Upa Castilla y León reclama «la investigación al detalle de la trazabilidad de toda patata foránea que entre en nuestro país».

Por otro lado, hace una llamamiento «a la responsabilidad de los dirigentes de compras de las grandes cadenas de distribución asentadas en España para que pongan a disposición de los consumidores lo que reclamamos todos los ciudadanos, que es la patata nacional».

Fuente: diariodevalladolid.es


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