Información Técnica: Una buena fertilización con zinc, para construir raíces y elevar los rendimientos en la papa
Según un estudio elaborado por Stoller, el aporte correcto de este micronutrientes puede elevar los rindes en este cultivo hasta 24%.
En los últimos 30 años, todas las zonas productoras de papa a nivel mundial han aumentado el rendimiento promedio, gracias a varios factores: la calidad de la semilla utilizada, la mejora en las prácticas fitosanitarias y, sobre todo: la fertilización.
Al respecto, una característica de la papa es que es un cultivo con un sistema radicular limitado en profundidad; por ello, se suele recurrir a dosis altas de fertilización al momento de la implantación y durante las primeras etapas de desarrollo.
El objetivo: aumentar la cantidad, calidad y largo de raíces para aprovechar al máximo el fertilizante, así como los nutrientes y el agua disponibles en el suelo.
En el caso de los nutrientes, el zinc es el micronutriente más deficiente en el mundo y su aplicación es clave para construir raíces y elevar los rendimientos en la papa.
El zinc es altamente requerido en la etapa inicial del cultivo ya que tiene una función crucial: promover el crecimiento radicular.
Según un informe elaborado por la firma Stoller, un cultivo de papa de 50 toneladas por hectárea extrae aproximadamente 450 gramos de zinc, y la absorción máxima se presenta en dos picos, a los 45 y a los 90 días después de la siembra (DDS). En tanto, lo usual es que a los 110 días se produzca una traslocación desde la parte aérea de la planta hasta el tubérculo.
Asimismo, el estudio menciona que es fundamental tener una disponibilidad continua de zinc en la zona de raíces durante el crecimiento de las plantas, ya que permite controlar la exudación de compuestos ricos en carbono, y en consecuencia reduce drásticamente la infección de raíces por patógenos de suelo.
Mayores rindes
El impacto es claro: en general, fertilizar con zinc a la papa puede generar una respuesta promedio en rendimiento de entre 5% y 24%. Pero a esto se suma que, en sitios con deficiencia, la fertilización puede incrementar el porcentaje de materia seca y de almidón en tubérculos.
Asimismo, ensayos realizados en los últimos años en la Unidad Integrada Balcarce del INTA muestran una respuesta promedio, en rendimiento de tubérculo fresco, de 7,9 toneladas por hectárea, para aplicaciones de zinc.
Un aspecto clave a tener en cuenta es que este nutriente se puede obtener de distintas fuentes: las más comunes son óxidos y sales, mientras que la tendencia mundial se inclina cada vez más hacia las formulaciones quelatadas.
“Un quelato es una molécula orgánica que recubre al zinc neutralizando su carga e impidiendo reacciones indeseadas con el medio. Esto nos permite aplicar el nutriente al suelo sin que este se precipite, siendo más asimilable por la planta y pudiendo agregar una dosis grande sin que sea fitotóxico”, remarca el reporte de Stoller.
Refuerzo hormonal
Bajo este panorama, Stoller propone combinar auxinas (encargadas de generar división celular), citoquininas (claves en la diferenciación de tejidos) y giberelinas que promueven la expansión celular. Estas hormonas son producidas naturalmente por el cultivo pero su desbalance frente a cualquier factor estresante es normal, y su aplicación exógena garantiza el equilibrio hormonal favoreciendo el desarrollo del cultivo.
Por eso, la sinergia de compuestos que la papa necesita para un buen inicio son: hormonas promotoras de crecimiento y zinc quelatado. De allí que la recomendación de Stoller es el uso de su fertilizante líquido Radus, formulado con las tres hormonas promotoras de crecimiento mencionadas y zinc quelatado, para aplicaciones a la plantación (fondo de surco).
“Una aplicación de 6,5 litros de Radus por hectárea equivale a aportar 546 gramos de zinc, lo cual representa más del 100% del requerimiento de un cultivo para un rendimiento de 50 toneladas”, afirma Stoller.
De acuerdo con la compañía, más de 20 ensayos realizados durante las últimas dos campañas, combinando distintos ambientes, variedades y fechas de siembra, permiten afirmar que la aplicación de esta dosis logra dos objetivos que impactan en los rindes:
1) Reducir el período siembra-emergencia. El cultivo comienza su actividad fotosintética anticipadamente y, con ello, acelera la acumulación de reservas para el resto del ciclo. Además, una rápida emergencia impacta positivamente en el control de malezas
2) Mayor desarrollo radicular. Más raíces, y más fuertes, generan una mayor y más eficiente absorción de agua y de nutrientes. Esto, además de aumentar la productividad del cultivo, es un factor clave en la tolerancia y la recuperación de la sequía y otros tipos de estrés.
Asimismo, las raíces son el sitio de síntesis de las citoquininas, hormonas que cumplen su función en la parte aérea promoviendo la ramificación de la planta, la expansión foliar y la fotosíntesis ya que participa en la producción de la clorofila.
Autora: Ing. Agr. Paula Di Gerónimo, Asesora Técnica Regional Bs As Sur - Stoller Argentina.
Fuente: Stoller