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Europa 11/03/2019

España (Galicia): La lucha contra la plaga de la patata se cobra 500 toneladas de cosechas

La Xunta asegura haber arrinconado a la especie en los concellos costeros

A finales de 2015, un pequeño agricultor de Neda (La Coruña) entró en la Oficina Agraria de Ferrol, alarmado por el aspecto de sus patatas. Desde hacía cuatro o cinco años sus cosechas estaban siendo carcomidas por un insecto que las devoraba por dentro hasta convertirlas poco menos que en desperdicio. Su caso encendió las alarmas: se convirtió en el primer registro de la polilla guatemalteca, tecia solanivora o plaga de la patata en Galicia; una afección que pronto fue conocida por su capacidad de contagio y que obligó a la Xunta a adoptar medidas extremas para su control y erradicación.

Más de tres años después de aquel brote de Neda, la Consellería de Medio Rural asegura que la plaga está perfectamente dominada. «Mientras esté contra el mar, no hay problema: ahí es donde se tiene que arrinconar», subraya Víctor Novo, jefe de servicio del departamento. En algunos ayuntamientos declarados como «zona cero», hace muchos meses que no se detectan ejemplares de la tecia en las redes de trampeo.

La polilla, pues, se repliega por los mismos lugares por donde entró: por la costa. Novo sospecha que la especie saltó de las islas Canarias —donde se detectó en 1999— a Galicia, bien en el interior de un barco que encontró avituallamiento de patata en el archipiélago, o bien en manos de un turista que quiso probar en sus tierras el resultado de las especies autóctonas, materia prima de sus conocidas «papas arrugás».

Sea cual sea la razón, la «guerra» contra la plaga está dando buenos resultados. En un reciente informe de Medio Rural, se estima que se destruyeron 500.000 kilos de patatas afectadas o susceptibles de contagio. «Es necesario destacar que en la mayoría de los casos eran productores no profesionales y, por tanto, el proceso supuso ir puerta a puerta recogiendo sacos de patatas de los vecinos», apuntan desde la Consellería.

En total, los municipios declarados como zonas afectadas son 33, de los cuales 15 pertenecen a la provincia de La Coruña y 18 a la de Lugo. Todos se sitúan en áreas de influencia costera. En los ayuntamientos la Xunta mantiene vigente su Plan de control y erradicación y la exhaustividad de sus medidas:la prohibición de plantar patata durante un plazo mínimo de dos años, el levantamiento de todos los campos plantados, la entrega de toda las cosechas almacenadas (tanto en semilla como de consumo) y la prohibición de circulación y comercialización entre demarcaciones afectadas.

Pero además, las autoridades autonómicas declararon como zonas «tampón» un conjunto de lugares —los concellos de As Somozas, Cedeira, Cerdido o Moeche, además de una franja de 5 kilómetros con los municipios afectados de ambas provincias—, en los que los agricultores tendrán que comunicar a la administración todas sus parcelas cultivadas con patata.

En paralelo, el Ministerio tampoco ha levantado aún las medidas promovidas en un decreto de 2017, como la obligación de aplicar tratamientos fitosanitarios sobre la patata en la fase de tuberización y antes de la cosecha, la prohibición de que las patatas recogidas no se puedan dedicar a siembre o la necesidad de que el traslado de los cultivos se haga en coches cerrados y cubiertos.

En compensación por ello, casi 2.000 expedientes de ayuda fueron aprobados entre los años 2017 y 2018, lo que en conjunto supone más de 250.000 euros. La Xunta, por su parte, ha invertido en luchar contra la plaga —no solo a nivel técnico, sino también en el plano informativo— cerca de dos millones de euros.

¿Hasta cuándo?

Vistas en retrospectiva las medidas de erradicación, la pregunta que surge ahora es hasta cuándo la tecia solanivora seguirá presente entre las patatas gallegas. La previsión recogida en el plan es el levantamiento de todas las barreras dos años después de que se tenga constancia de la última polilla. Es decir, si en un ayuntamiento el último ejemplar cazado data de 2018, en 2020 se podría retomar la normalidad.

De momento, la Xunta ha recibido el elogio de los auditores de la Comisión Europea, preocupados por si la plaga podía extenderse a otros países miembros. Tal y como apunta Novo, a los expertos «les gustó mucho» el hecho de que unidades de la Policía Autonómica y el Seprona pudieran incautar las patatas que se trasladaban entre ayuntamientos afectados. Al principio, recuerda, «hubo muchos» incidentes relacionados con cultivos transportados en furgonetas o camiones a la salida de los mercados locales. Pero con el paso del tiempo, la mayoría de los productores —muchos acostumbrados a la polilla común, pero no a la guatemalteca—arrimaron el hombro para exterminar la plaga, principal enemiga de sus cultivos.

Fuente: www.abc.es


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